PALEOLÍTICO - CAZADORES RECOLECTORES
La unidad básica social en los tiempos de la Edad de Piedra (Paleolítico y Neolítico) eran pequeños grupos unidos por lazos familiares. Estos grupos buscaban los requerimientos energéticos que necesitaba para vivir allá donde tenían posibilidades de encontralos. Estos grupos tenían que andar cambiando su lugar de residencia, aunque no con la frecuencia que muchos se imaginan, siguiendo los animales y la emergencia de las distintas plantas de las que se alimentaban.
Lo más destacado, durante la etapa paleolítica, fue precisamente la aparición de artefactos hechos de piedra. Es el período más largo de la historia de la humanidad (el 99% de la misma), desde hace 2,85 millones de años hasta hace unos 12.000 años. Es evidente que los seres humanos de aquella época no vivían solo de la piedra, sino que utilizaban otros materiales, como maderas, hueso, asta, cuero, fibras vegetales, etc. Lo que si está claro es que no usaban metales, pues este elemento forma parte esencial de la Edad de los Metales.
Este período de la humanidad incluye a varias especies de homínidos, que son las siguientes: homo abilis, homo rudolfensis, homo ergaster, homo georgicus, homo erectus, homo antecessor, homo heildebergen-sis, homo neanderthalensis, homo floresensis, homo rhodesensis y, por último, desde hace 200.000 años, nuestra especie, el homo sapiens.
La economía de las diferentes especies del Paleolítico era del tipo depredadora, básicamente cazadora-recolectora. Con ella cubrían, generalmente, sus necesidades básicas de alimentación, ropa y el abrigo de los elementos naturales en cabañas y otros habitáculos, así como de elementos para la fabricación de las armas y herramientas que necesitaban. Al principio la caza era poco importante, predominando la recolección y el carroñeo. Y cuando existía, sobre todo en las especies de homínidos más antiguas, era de animales pequeños, huevos, crías, animales enfermos o ancianos. Eran, pues, cazadores oportunistas.
El paso de una especie de homínidos a la siguiente, significó en general, un aumento del peso y de la corpulencia física, pero también del tamaño del cerebro. De este modo, el homo abilis pesaba unos 50 kilos y tenía una capacidad craneal de 500-600 cm3, mientras que el hombre de Neanderthal pesaba unos 70 kilos, medía aproximadamente 1,70 metros y tenía una capacidad craneal de unos 1.550 cm3 (la nuestra es de entre 1.000 y 1.400 cm3). Pero no simpre hay una avance lineal, pues el homo floriesensis, que habitó en la isla de Flores, en la actual Indonesia, hasta hace unos 15.000 años, medía un metro de altura, pesaba unos 25 kilos y tenía una capacidad craneal de 380 cm3, aunque se desconoce su evolución y si era realmente un homínido.
El paso de una especie de homínidos a la siguiente, significó en general, un aumento del peso y de la corpulencia física, pero también del tamaño del cerebro. De este modo, el homo abilis pesaba unos 50 kilos y tenía una capacidad craneal de 500-600 cm3, mientras que el hombre de Neanderthal pesaba unos 70 kilos, medía aproximadamente 1,70 metros y tenía una capacidad craneal de unos 1.550 cm3 (la nuestra es de entre 1.000 y 1.400 cm3). Pero no simpre hay una avance lineal, pues el homo floriesensis, que habitó en la isla de Flores, en la actual Indonesia, hasta hace unos 15.000 años, medía un metro de altura, pesaba unos 25 kilos y tenía una capacidad craneal de 380 cm3, aunque se desconoce su evolución y si era realmente un homínido.
Hablando de los homo sapiens del paleolítico, según se ha deducido de los grupos de población que hasta hace poco vivían y, los que aún viven, en este estado, la estratificación social era muy baja (eran sociedades muy igualitarias), y había poca diferenciación entre los papeles del hombre y la mujer, aparte de la obvia necesidad que tenía la sociedad para la perpetuación de la especie, de que la mujer pariera y amamantara a las crías. A la luz de las nuevas investigaciones antropológicas realizadas en los últimos años, estos pueblos no eran parasitarios, sino que vivían en un auténtico modo de producción, ya que permitían una tasa elevada de reproducción de las especies animales y vegetales de las que vivían. Esto puede darles un cierto aura de ecologismo (y también de feminismo) en un momento en que esto está de moda.
Ya en 1968 se calculó que más del 90% de las personas que han habitado la tierra (este cálculo parece excluir a los homínidos anteriores al homo sapiens) lo han hecho siguiendo este medio de vida cazador-recolector.
Aunque estas sociedades aparecen siempre denominadas como "cazadoras y recolectoras", la realidad es que se debería cambiar el orden de los términos, ya que rara vez el consumo de carne superaba el 40% del total de los alimentos que consumían, y frecuentemente estaba muy por debajo, y cuando consumían mucha carne era en las épocas buenas. Sería pues más descriptivo denominar a este tipo de sociedades como "recolectoras y cazadoras." Por supuesto que hay excepciones, como los esquimales y los lapones, pero esto es debido a que en sus habitats no habían plantas, sino solo animales que cazar. Las especies que cazaban eran móviles, y en la mayoría de los casos se movían con más rapidez que los presuntos cazadores. Además, la caza era un actividad muy arriesgada y que debería provocar muchas bajas físicas. Por otra parte, las plantas carecen de movilidad, pero además vuelven a crecer en los mismos sitios. Solamente las sequías debían cambia el hábito de ir a visitar los mismos sitios en cada estación del año.
Por eso los antropólogos insisten mucho en que la carne no era, en general, un alimento importante y básico, salvo el carroñeo o las oportunidades de encontrar animales heridos, crías o viejos y, por lo tanto, mucho más lentos. El mismo acto de la caza requiere una cierta planificación, explorar el terreno para buscar piezas apropiadas, planificar una cierta estrategia de ataque, la realización de la misma, etc.
Algunos antropólogos opinan que el esquema hombre - cazador vs. mujer - recolectora puede ser en parte falsa: algunos expertos opinan que el aprendizaje de la caza se transmitía de los padres a los hijos de ambos sexos, principalmente por la peligrosidad de tal actividad y a la alta mortalidad. Aunque, por supuesto, hay discrepancias, pues las mujeres tenían que atender a los niños pequeños, lo cierto es que los hombres nunca dejaban de recolectar mientras cazaban y las mujeres, por su parte, nunca dejaban de cazar mientras recolectaban. Seguramente la división del trabajo nunca fue tan rígida como siempre se ha supuesto.
Por supuesto la caza era colectiva, ya que era más fácil alcanzar y matar a un animal con 15 arpones o lanzas que con una sola.
La vida nómada obligaba a prescindir de lo prescindible, pues en sus migraciones, la tribu no podía acarrear grandes pesos, debido a que aún no habían domesticado ningún animal, y por lo tanto, tampoco ninguno de carga. Además, en el Paleolítico las herramientas eran más sencillas y rápidas de hacer. Lo mismo con respecto al resto de los útiles que poseían. Esto implicaba tanto una cierta despreocupación por sus herramientas como un casi nulo sentido de la propiedad. A este respecto, la repartición de las grandes piezas de caza implicaba el cumplimiento de unas ciertas reglas sociales. Las piezas de caza se repartían entre todos los miembros de la tribu, por dos motivos, por fortalecer la cohesión de la tribu, pero también por lo que podríamos llamar "hoy por tí, mañana por mí". En este sentido, las piezas de caza eran más importantes que las herramientas y las armas. Estas se fabricaban con mucha rapidez y facilidad, pero la caza era mucho más importante.
Por otra parte, cuando fallece un cazador, se le entierra con sus armas y otrs posesiones personales, lo que implica un cierto sentido de la propiedad, aunque muy diferente de la propiedad privada occidental, hoy extendida en todo el mundo.
El intercambio de bienes pero sobre todo de personas, especialmente mujeres, con las tribus de otras zonas implica, además del intercambio de genes para evitar problemas de parentesco, la posibilidad de estrechar lazos para mudarse a las zonas dominadas por otras tribus con la que se compartían genes. Por supuesto, este intercambio de mujeres era cruzado, así que los miembros de tribus contiguas era parientes lejanos.
Para limitar el aumento excesivo de la población, se practicaba el infanticidio, especialmente el femenino, lo que conducía a un exceso muy claro del número de hombres sobre el de las mujeres. También se reseña que las duras condiciones de vida y la defectuosa y escasa alimentación de las mujeres, así como un exceso de trabajo, implicaba un retraso de varios años en la primera menstruación, una aparición más temprana de la menopausia, y la frecuencia mayor de la infertilidad mediante una disminución de la ovulación.
Otro fenómeno relacionado con el tema anterior era la relativa alta frecuencia de abortos espontáneos. Las causas son las mismas que en el punto anterior, pero hay que advertir que, posiblemente, los abortos no eran tan espontáneos como parece a simple vista, ya que es muy posible que a las embarazadas se les daba una dieta más pobre en proteínas.
También se ha comprobado que el largo período de lactancia de los bebés humanos provoca una mayor distancia temporal entre un embarazo y el siguiente.
EL NEOLÍTICO Y LA APARICIÓN DE LA AGRICULTURA
Paleolítico significa, en esencia, piedra vieja o antigua, y Neolítico significa piedra nueva o pulida. Sin embargo esta división esta un poco caduca, pues hoy se define el neolítico como el paso de un sistema económico basado en la caza-recolección a otro basado en la agricultura-ganadería. Este cambio es mucho más importante que una simple mejora en la elaboración de los instrumentos de piedra. Es lo que se ha dado en llamar revolución neolítica.
Algunos antropólogos opinan que el esquema hombre - cazador vs. mujer - recolectora puede ser en parte falsa: algunos expertos opinan que el aprendizaje de la caza se transmitía de los padres a los hijos de ambos sexos, principalmente por la peligrosidad de tal actividad y a la alta mortalidad. Aunque, por supuesto, hay discrepancias, pues las mujeres tenían que atender a los niños pequeños, lo cierto es que los hombres nunca dejaban de recolectar mientras cazaban y las mujeres, por su parte, nunca dejaban de cazar mientras recolectaban. Seguramente la división del trabajo nunca fue tan rígida como siempre se ha supuesto.
Por supuesto la caza era colectiva, ya que era más fácil alcanzar y matar a un animal con 15 arpones o lanzas que con una sola.
La vida nómada obligaba a prescindir de lo prescindible, pues en sus migraciones, la tribu no podía acarrear grandes pesos, debido a que aún no habían domesticado ningún animal, y por lo tanto, tampoco ninguno de carga. Además, en el Paleolítico las herramientas eran más sencillas y rápidas de hacer. Lo mismo con respecto al resto de los útiles que poseían. Esto implicaba tanto una cierta despreocupación por sus herramientas como un casi nulo sentido de la propiedad. A este respecto, la repartición de las grandes piezas de caza implicaba el cumplimiento de unas ciertas reglas sociales. Las piezas de caza se repartían entre todos los miembros de la tribu, por dos motivos, por fortalecer la cohesión de la tribu, pero también por lo que podríamos llamar "hoy por tí, mañana por mí". En este sentido, las piezas de caza eran más importantes que las herramientas y las armas. Estas se fabricaban con mucha rapidez y facilidad, pero la caza era mucho más importante.
Por otra parte, cuando fallece un cazador, se le entierra con sus armas y otrs posesiones personales, lo que implica un cierto sentido de la propiedad, aunque muy diferente de la propiedad privada occidental, hoy extendida en todo el mundo.
El intercambio de bienes pero sobre todo de personas, especialmente mujeres, con las tribus de otras zonas implica, además del intercambio de genes para evitar problemas de parentesco, la posibilidad de estrechar lazos para mudarse a las zonas dominadas por otras tribus con la que se compartían genes. Por supuesto, este intercambio de mujeres era cruzado, así que los miembros de tribus contiguas era parientes lejanos.
Para limitar el aumento excesivo de la población, se practicaba el infanticidio, especialmente el femenino, lo que conducía a un exceso muy claro del número de hombres sobre el de las mujeres. También se reseña que las duras condiciones de vida y la defectuosa y escasa alimentación de las mujeres, así como un exceso de trabajo, implicaba un retraso de varios años en la primera menstruación, una aparición más temprana de la menopausia, y la frecuencia mayor de la infertilidad mediante una disminución de la ovulación.
Otro fenómeno relacionado con el tema anterior era la relativa alta frecuencia de abortos espontáneos. Las causas son las mismas que en el punto anterior, pero hay que advertir que, posiblemente, los abortos no eran tan espontáneos como parece a simple vista, ya que es muy posible que a las embarazadas se les daba una dieta más pobre en proteínas.
También se ha comprobado que el largo período de lactancia de los bebés humanos provoca una mayor distancia temporal entre un embarazo y el siguiente.
EL NEOLÍTICO Y LA APARICIÓN DE LA AGRICULTURA
Paleolítico significa, en esencia, piedra vieja o antigua, y Neolítico significa piedra nueva o pulida. Sin embargo esta división esta un poco caduca, pues hoy se define el neolítico como el paso de un sistema económico basado en la caza-recolección a otro basado en la agricultura-ganadería. Este cambio es mucho más importante que una simple mejora en la elaboración de los instrumentos de piedra. Es lo que se ha dado en llamar revolución neolítica.